Sería conveniente discutir ese antagonismo de sentir tradicional y moderno. Para muchos esas situaciones son incompatibles, no pueden convivir en el pensamiento y en la sensibilidad de una misma persona o se ese tradicional o se es moderno. Yo pienso al contrario que lo que no se puede es vivir hondamente y en toda su intención una sola postura aisladamente pues ambas se potencian. Lo que pasa es que cada uno purga su horizonte sin querer considerar otros límites que aquellos que sus posibilidades le permiten dominar sin querer en ningún momento reconocer que hayan otros alcances otras extensiones cerradas a su visión y no hace el menor intento por explorarlas. Es muy frecuente en intelectuales de cultura lugareña, en eruditos de pensamiento forjado exclusivamente a golpe de lectura despachar con un papirotazo desdeñoso todo cuanto atañe al sentir de nuestros días por considerarlo herético y monstruoso, por supuesto, es muy frecuente comprobar en estos casos que los citados eruditos desconocen profundísimamente lo que están despreciando y sus noticias se refieren a unas experiencias superficiales rechazadas sin examen y sin atención al primer encuentro.
Es fácil instalarse en cualquier cima histórica y confortablemente zahumar acatamente?? al ídolo, también es cómodo mostrarse escéptico con lo que es problemático y rechazar todo lo que ofrezca una dificultad inicial.
(por reverso)Quien admira a Velásquez, no puede congraciarse con Picasso, quien ..
La tendencia tan poco intelectual a moverse sobre esquemas rígidos sobre valoraciones preestablecidas y clasificadas. A la gente le gusta saber quien pinta mejor si Murillo o Zurbarán, quien es mejor músico si Mozart o Beethoven y así acomodar sus admiraciones, sus emociones sus opiniones cuando lo intelectual y lo estético es siempre movedizo por todos sus costados. Una época propende a unas valoraciones llega otra y cambia los lugares. Un individuo tiene unas preferencias otro difiere y en nuestra vida personal también estamos en continuo tránsito y en constante indecisión. Esta verdad tomada radicalmente conduce claro está a otra posición aberrante y anárquica que suele resumir los enquistados en esa fórmula atroz de “que de gustos no hay nada escrito”. Pues anda, que no hay nada escrito? Si todo lo que se escribe está conducido por el gusto? En todas las valoraciones que hacemos, por muy ponderadas que estas sean, traslucimos un gusto personal y en alguna media nos identificamos o nos oponemos al gusto de los demás, al de la época, al de la localidad,
No es un movimiento de nostalgia por el tiempo pasado la que nos conduce a este acento, no es un sentimiento antiprogresista el que no nos conforma. Es la manera misma de su evolución la que estimamos torcida y mortalmente enseñoreada como plaga amenazando con el exterminio. Que Sevilla haya tenido que sufrir la avalancha de vehículos inevitable en estos tiempos, que haya tenido que sustituir su edificación tradicional por otra mas acomodada a los nuevas exigencias es algo que no puede esquivarse en la realidad actual. Lo que si es cuestión es la manera de llevarla a cabo y de malograrla de importar soluciones inadecuadas y mediocres de una vulgaridad tan inusitada anodina como son los nuevos sectores de vivienda que ha construido o las vejaciones que viene padeciendo su río.
No voy a ser tan pesimista que vaya a creer que la Sevilla eterna la Sevilla personalísima que ha sido durante tantos siglos es ya cosa pasada y sepultada por una avalancha impersonal y mostrenca. Pero sí es demostrable que la inserción de Sevilla en su época actual se está haciendo sin que los sevillanos hayan encontrado la fórmula conciliadora de lo peculiar y lo colectivo.
Quien admira a Velásquez, puede congraciarse con Picasso, quien
La tendencia tan poco intelectual a moverse sobre esquemas ..sobre valoraciones preestablecidas y clasificadas. A la gente le gusta saber quien pinta mejor si Murillo o Zurbarán, quien es mejor músico si Mozart o