Lo típico y lo tópico y otras podredumbres
La universal aceptación del cante y el baile han ido convirtiendo en el correr de los tiempos en producto comercial exportable que paulatinamente ha ido ampliando su perímetro hasta alcanzar las mas remotas distancias geográficas y al acuñarse como nueva moneda de gran circulación se ha ensanchado también su imagen representativa transformándose las mas veces en divisa de lo español barato. Así en nuestros días es posible encontrase en Tokio o en Nueva York, la llamada parpadeante de un rótulo de neón donde se lea “Spanich Tipical” que nos haga topar con un cuadro flamenco aderezado con los mas extraños y desnaturalizados ingredientes. Pues en igual medida que el producto se exporta con creciente demanda, se convierte en mercancía progresivamente adulterada hasta límites irreconocibles.
No es deseable para el prestigio de nuestra imagen que esto ocurra, y es el riesgo inevitable que padece aquello que se trasplanta tan fuera de su clima y se comercia sin escrúpulos. Pero lo mas grave está en el movimiento centrípeto que toda esta cadena determina, produciéndose un reflujo de la corriente que arrastra hacia nosotros toda la contrahechura y nos la instala en el propio domicilio, así de manida y desfigurada.
Dicho mas concretamente: lo que se canta o se baila como la genuina esencia andaluza se consagra profesionalmente fuera de su ámbito propio y natural, quienes lo sancionan es un público extraño, movilizado mayormente por instancias propagandísticas que aventan una fama convencionalmente configurada y ese modelo es lo que acaba por presentarse mas pronto o mas tarde ante el lugareño inocente que con mayor o menor convencimiento acaba por sucumbir al contagio.
Decía Ortega a propósito del pueblo, “que si es algo peculiar es precisamente vida espontánea que se ignora así misma”. Pues bien ese estado de inocencia es ya imposible en nuestros días
Hasta el mas apartado rincón andaluz llegan con incesante martilleo los ecos de la radio, la tele o el disco imponiendo con machacona insistencia un estilo manipulado consagrado como figuras a sus ramplones intérpretes lo que irremediablemente termina abriendo brecha en la población sencilla, causando su estrago con doble filo, porque el nativo descubre al mismo tiempo que aquello que en su localidad no tiene otro empleo que el de alegrar los ratos festivos, puede convertirse en un medio ventajoso de ganarse vida y fama.
Ante tan masiva invasión pudiera deducirse que asistimos a la definitiva extinción de una forma de arte popular, mas depuradas y originales que hayan existido, que ahora enturbian su pureza y pierden su individualidad en el río revuelto que represente la vida estandarizada de nuestros días. A pesar de tan funestos síntomas y tan fatales presagios, pensamos que la cosa podría salvarse del naufragio moral (fatal) y hasta podrían encontrarse síntomas bastante indicativos de que lo mas grave de la crisis se halle en estado de remisión. Lo que será imposible es volver a la anterior situación porque como si nada hubiera pasado, la historia no se repite y la vida no se pude detener. Habrá que aceptar estos nuevos condicionamientos vitales que de alguna manera modificarán la trayectoria como el río sigue siendo el mismo río también puede desbrozarse de su curso la infinidad de ingerencias parásitas que se han sobreañadido cuya procedencia ya queda localizada (señalada).
Para situarnos frontalmente ante nuestro problema, acaso sea conveniente recordar dos condicionamientos previos de carácter general que debemos tener muy presentes. No se da nunca, ni en lo popular ni en lo culto el fenómeno de un arte puro, entendido literalmente este enunciado- Todo arte por muy original que sea tiene raíces de inserción de muy diversa procedencia; lo que marca fundamentalmente su individualidad, es la manera de integrarse todos sus elementos foráneos para que funcionen como un todo orgánico. Es por tanto la forma de asimilación mas que la procedencia.
La segunda condición que hay que aceptar es que ningún arte puede conservar su vigencia bajo unas formas estables, definitivamenteinmóvil, y cuando esto se intenta comienza su decadencia definitivamente. Un arte vivo es un ser orgánico en movimiento constante, no se puede detener porque se mueve.
Respecto a lo primero, no pueden (esta segunda de Falla) ser mas numerosos los ejemplos aplicables a nuestro caso, sabida es la influencia oriental o parentesco que algunos prolongan hasta al indostaní en nuestro cantes y bailes, igual que aparece una raíz derivada del canto gregoriano informes esenciales estructurales. Pero no hay que ir tan lejos para encontrar de modo más inmediato las transformaciones de la jota aragonesa o la seguidilla castellana en formas caracterizadas del flamenco. Y quien hay visto en nuestros días la versión que es capaz de hacer un gitano de la rumba, puede sacar las consecuencias.
Todas esas variadísimas ingerencias han encontrado su transformación en el fondo mismo del pueblo, ha sido su entraña misma quien la ha fundido en su crisol convirtiéndolo en propia sustancia original aleación. Por el contrario cambio todas las innovaciones recientes que denunciamos como nocivas, vienen dadas por elementos extraños, o por gente salida de aquí y que les falta la capacidad creadora que no todos pueden tener y que pretenden innovar por un prurito de originalidad que les falta.
Aquí es donde tenemos cercado el peligro, en esa innumerable fama de intermediarios ajenos o de mediocres talentos sin capacidad creadora o de pervertidos inocentes que sin asidero firme se agarran parasitariamente a cualquier terreno.
Y la solución no puede ser otra que decantar las aguas revueltas y procurando que el pueblo puede encontrar su imagen limpiamente reflejada en su propio espejo y no la que engañosamente le presentan deformada o turbia. En resumidas cuentas lo que hay que hacer con la gente del pueblo es no incordiarles demasiado y dejarles guiarse por su propio instinto, por su natural gusto que para eso lo tiene en tan buena medida.
(por reverso)
La fórmula que ofrecen y se presenta tan fácil no deja de tener sus dificultades pero no es imposible. SE trata de defenderse y evitar un contagio y es bien sabido que la enfermedad se produce con tanta mayor intensidad cuanto mas precario es el estado de salud. Porque no intentar entonces mejorar el estado de salud?. Porque no hacerse mas fuerte mas conscientes de nuestra propia entidad personal en lugar de prevalecer inermes en tan incierta penumbra.
Pero de ningún modo debe entenderse esta medida fuera de sus naturales límites. No se entienda que dicha fortaleza hay que obtenerla mediante una transformación tan radical de la educación del pueblo que le insertase de golpe en otra categoría cultural, haciéndoles más marasabidillos o redichos, pues en esa categoría están muchos de los perturbadores actuales que nadan entre dos aguas.