La primera adolescencia es gran fabricadora de héroes imaginarios muchas veces; otras de extracción libres y otras al fin son encarnación de algún personaje real de viva actualidad. En mis años de referencia lo fue Paulino Uzcudum; acababa de llegar a América, cuando batió por K.O. nada menos que a “la Pantera Negra” uno de los mas terribles aspirantes al campeonato mundial de los grandes pesos. Su notoriedad fue fulgurante tanto como el puñetazo que darían al trasto con el terrible boxeador negro.
Excuso decir que mis textos escolares estaban profusamente ilustrados con retratos con imágenes de mi héroe en actitud batalladora que ocupaban cuantos espacios libres me permitían mis libros; igual tenían cabida en los textos de física, como en los de historia. Paralelamente yo guardaba cuantas fotografías aparecían en diarios y revistas y hasta en mis juegos introduje la práctica de boxear, a pesar de mi asténica constitución adolescente, lo cual me procuró bastantes mamporrazos.
Todo este entusiasmo se derrumbó instantáneamente, el día que presencié directamente una velada de boxeo. Todo aquello me produjo una impresión tremendamente desagradable, que alcanzó al malestar físico y determinó desde aquel instante un olvido absoluto de aquella apasionada afición, que a partir de aquel momento encontró otros moldes muy diferentes.
Quien me iba a decir, que algunos años después – no muchos- había amistad con Paulino Uzcudun? Amistad bastante asidua en algún tiempo que solía tener como lugar de encuentro la taberna de Antonio Sánchez en la madrileña calle de Mesón de Paredes, antes que esta adquiriese la notoriedad que le daría el conocido libro de AnDC que precisamente se gestaba en aquellos momentos.
Eran pues los primeros de los años cuarenta; los contertulios nocturnos reducidos y variopintos: J Crist (¿) . Paleen algunos parroquianos del vecino Rastro y el asiduo Cañabate; también Uzcudum, era chocante establecer relación entre aquella descomunal figura de cara tumefacta y manos descoyuntadas con un hablar
No recuerdo en este momento quien decía que el grado de fortaleza de un régimen político podía medirse por el grado de tolerancia que permita a sus enemigos siguiendo esas alternancias también podríamos apreciar la salud política de un país por el grado de resignación que tengas sus ciudadanos para sufrir los desmanes de su clase política; en relación intrínseca se entiende.